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* USUI REIKI *

Buena comida.

Buena comida.

¿Sabemos lo que estamos comiendo?

 

Conocí hace un par de meses a Nadia Castano, una parisina de visita por Maras, centro agrícola Inca, muy visitado últimamente por líderes de alimentos orgánicos. Sencilla, encantadora y con un gran impulso luchador a favor del consumo de alimentos orgánicos.

Le confesé que hace buenos meses, casi un año, inconscientemente cambié mi alimentación por estados emocionales fuertes y también por largos viajes fuera de Perú. Entre otras cosas le comenté que tomaba leche de soya a fin de evitar consumir microcomponentes químicos de la alimentación de las vacas. Pero me sorprendió cuando me dijo que tuviera mucho cuidado ya que si la soya venía del Brasil, probablemente era de origen transgénico. Vaya sorpresa.

Nadia es una francesa nata, encantada por la espiritualidad Inca, su sistema agrícola así como de los conocimientos místicos poco revelados en el mundo. Nos llegó la hora de almorzar en medio del complejo de Maras, sin dudarlo abrió su mochila y me invitó a cenar frutas deshidratadas parisinas finamente empacadas en bolsas aluminadas, aceitunas compradas en el mercado de Urubamba, pasas y tomate crudo. Me sentí muy identificado con esta invitación de lujo y hablamos largo sobre la necesidad de crear conciencia en nuestro entorno de la importancia de saber que nos llevamos a la boca, que le damos a nuestra familia y a las amistades; coincidimos en que los alimentos orgánicos son los que nos corresponden sanamente, además de ser cultivos coherentes con la madre tierra, ya que no contienen químicos, preservantes, ni mucho menos clonaciones o ahora llamados transgénicos.

La educación sobre la diversidad de alimentos que se ofrecen es muy importante ya que la información es útil para tener una idea más clara de los alimentos que consumimos. Como todos sabemos los alimentos nos pueden ayudar a obtener una vida sana y a evitar problemas con la salud.

No soy experto en nutrición, en química ni en clonación como para optar por una posición científica, sin embargo, sabemos que los cultivos orgánicos son sumamente útiles para la tierra y el medio ambiente, a diferencia de los cultivos con transgénicos que en casi todos los casos carecen de parásitos, justamente por la alteración genética, es decir, no sólo se logra romper el ciclo ecológico, si no también que la naturaleza rechaza el cultivo ¿no les parece un argumento bastante sólido el hecho de que los insectos y animales depredadores rechazan los transgénicos para que los humanos también tomemos una posición clara y natural?

Por primera vez nuestra humanidad posee mayoría de población urbana, y ante coyunturas como el cambio climático, escasez de petróleo, carestía de alimentos y despoblamiento de los campos, tendremos la responsabilidad de alimentar adecuadamente a 7000 millones de habitantes urbanos antes del 2050. Un peso bastante alto, considerando que aún no hemos resuelto la hambruna presente. La agricultura orgánica urbana y periurbana tendrá que refinarse y ampliarse a los hogares y departamentos urbanos para responder este desafío. No queda otra, aprender a cultivar hasta en nuestros dormitorios.

Cuando aprendemos a cultivar orgánicamente, incluso en una pequeña maceta, debemos evitar los aditivos artificiales, que sabemos generan enfermedades, como la alergia o el asma, todo lo trabajamos con nutrientes y aditivos naturales que contienen un alto valor nutritivo. No deben contener productos genéticamente modificados ni haber sido sometidos a radiación.

Las personas que se dedican a producir alimentos orgánicos lo hacen mediante el sistema tradicional de rotación de cultivos y para fertilizar utilizan abono fresco u orgánico, y no productos químicos que pueden resultar nocivos para el organismo, lo mismo que no aportar nutrientes esenciales y restarles sabor. Los productos orgánicos poseen un sabor característico que los productos químicos quitan o cambian.

De momento es importante que las autoridades de todo el mundo exijan rígidamente la información del origen y métodos de cultivos de los alimentos y sus derivados. Por ejemplo, otro problema que sobretodo el ama de casa encargada de la alimentación de los niños debe conocer, es que la leche que se vende bajo marcas de mucha fama está procediendo de vacas alimentadas con soya transgénica. No sé si este hecho es generalizado, pero es una gran alarma que debemos responsablemente estudiar y paralelamente aprender a defender nuestro derecho a saber que nos llevamos a la boca y que les damos a nuestros niños. No sé si per se el alimento transgénico hace daño, sobre todo cuando la FDA  al igual que su símil europea han aprobado la venta de alimentos procedentes de transgénicos.

Respecto a estas aprobaciones y permisos a las grandes transnacionales de la alimentación mundial solo debo recordar que estos organismos (FDA, etc.), también nos tienen acostumbrados luego de un largo período de tiempo a cancelar el permiso a determinados alimentos y drogas por evidencias de daños irreparables ¿quién nos asegura que los transgénicos no tendrán la misma historia? La sociedad hoy es menos ingenua que hace unos 15 años atrás.

El hombre está "avanzando tecnológicamente" pero dejando a su paso destrucción, muerte e incertidumbre, y todo porque nos creemos los dueños de la tierra, cuando sólo somos una parte de ella. Esa herencia religiosa que nos hizo creer que somos los elegidos de la creación nos ha llevado en realidad en ser los destructores de ella.

Se necesita no un cambio, en realidad muchos cambios, podemos empezar por cada uno, por cada familia y por cada grupo de amigos exigiéndonos alimentarnos bien, con calidad, orgánicamente, de acuerdo a nuestra naturaleza.

Mucha luz en tu día,

Juan de la Piedra

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