De Retorno.
Descubriéndonos en la Naturaleza.
Finalizamos la expedición al centro Arqueológico de Choqekiraw, fuimos 11 caminantes que aprovechamos el tiempo para hacer meditaciones y reflexiones en el camino, tanto las grupales como las individuales.
Fue un nuevo descubrimiento de nuestra enorme capacidad de crecer sin desfallecer y avanzar con toleracia hacia los demás, comprendiendo las limitaciones así como conectandonos con ese impulso espiritual que nos hizo culminar con exito y alegría el objetivo.
No fue un grupo como aquellos que siempre se reunen para sus aventuras; esta vez había algo especial que nos rondaba, estaban con nosotros otras dimensiones que hacían más placentero el cambio radical de habitat. Sólo habían pasado unas horas volando en el avión confortable, luego en el bus turístico de Cusco a Cachora, comodamente sentados, para luego iniciar el mismo día la caminata más larga que imaginamos. De los hoteles acostumbrados pasamos de inmediato a las carpas y a disfrutar el cielo lleno de estrellas, a las calles sin nombre, a los senderos escarpados y empinados.
Aprendimos a sentir la respiración más fuerte que nunca, con un aire lleno de vida y aromas exquisitos; nuestra visión aprendio nuevamente a ver más allá de los kilometros, nos sentimos pequeños ante la inmensidad de la creación.
Ahí, unas veces en silencio otras charlando con nuevas amistades, aprendimos que a pesar de nuestras diferencias podemos unirmos y amarnos por una única experiencia que quedará en nuestra memoria de manera imborrable.
Desde el primer momento que pusimos nuestros pies en la tierra bendita de Choqekiraw reconocimos la gran necesidad de agradecer por todas nuestras bendiciones, vimos como en sólo unos días de trekking nuestras prioridades pueden cambiar radicalmente, apreciamos más a nuestro cuerpo esforzado y a nuestro espíritu combativo que no supo detenerse hasta cumplir la meta anhelada.
Gracias a nuestros hermanos Incas que dejaron este legado único en el planeta y tal vez en el universo. Unico, pues dificilmente encontraremos en las alturas una cima de meditación rodeada de montañas, que nos sirvió para realizar un rito de agradecimiento, ofrendas y peticiones.
Agradecemos también a los muchachos arrieros, al cocinero y a los guías que dieron todo de si para que tengamos algunas comodidades, así como al señor Dayme Sullcahuamán que nos permitió alojarnos en sus terrenos para acampar el primer día.
Gracias a todos los expedicionarios que confiaron en nosotros y dieron todo de su parte.
Hasta el próximo jueves,
Juan de la Piedra
gasshojuan@aol.com
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