Decepción
El mundo está peor.
Un gran amigo de gran calidad espiritual me confesó que no esperaba llegar a los 54 años y ver que sus sueños de un mundo mejor fueron solo una ilusión juvenil.
No me interesa tocar aquí temas políticos, me parece que no es el momento; sin embargo, es preciso concordar con todos aquellos que luego de haber vivido algunas decenas de años, independientemente de su situación personal, reconocen que el mundo está peor que antes.
¿Qué ha pasado?
¿Acaso los años nos vuelven pesimistas, o perdemos la visión juvenil de la realidad? Vemos cada año la pobreza que nos rodea, la violencia y delincuencia en aumento, el racismo destructor de vidas inocentes, el hambre rondando en las avenidas de las principales ciudades, y lo que es peor, las guerras inauditas. Y de otro lado, vemos como existe enorme riqueza bien o mal habida que contrasta con enormes necesidades primarias insatisfechas.
Que difícil es reconocer nuestra cómoda situación de acceso al bienestar frente a una gran mayoría que carece de todo; y lo más complicado es tener una clara respuesta, una solución real a este gigantesco problema de la humanidad. Los recursos de las naciones ricas así como de los organismos internacionales no son suficientes para resolver este drama, y lo que es más grave, cada año se dispone de menos posibilidades de ayuda.
Asimismo, nuestro medio ambiente sigue deteriorándose sin acciones decididas que impidan un mundo más limpio para nuestros hijos, nietos y futuras generaciones.
Todos los que de una u otra manera estamos en la búsqueda de un crecimiento espiritual, en algún momento debemos reflexionar sobre esta cruda realidad; porque finalmente ¿de que serviría nuestro perfeccionamiento espiritual, si el mundo que nos rodea cada día sufre atroces contingencias de injusticia, hambre y abandono moral?
Dos de los cinco fundamentos del Reiki (Kansha Shite y Hito ni Shinshetsu ni) nos invitan a mirar a los demás de una manera responsable; el Dr. Usui - fundador de la disciplina Reiki - de hecho tenía una visión fundamentalmente orientada a su prójimo. Es preciso hacer algo y no quedarnos con los brazos cruzados satisfechos únicamente con nuestro exclusivo desarrollo personal.
No es fácil ni tampoco se trata de optar por opciones radicales políticas o personales; se trata de empezar a hacer algo concreto que demuestre tu aprecio a los demás, sobre todo a los que menos tienen, a los que más sufren en este mundo de hoy.
Dejo a tu elección y reflexión el método o actividad que puedas realizar para mejorar nuestros complejos problemas, pero recuerda que una pequeña acción de desprendimiento unida a millones de pequeñas acciones de amor puede generar un gran cambio, un mundo diferente para nuestras futuras generaciones y para nuestro hoy.
No permitamos más decepciones, seamos generadores de un mundo mejor.
Hasta el próximo jueves,
Juan de la Piedra
juan.delapiedra@gmail.com
Editor
7 comentarios
Maria Laura Quiñones Urquiza -
luis -
pmarga@yahoo.com
Anónimo -
OSCAR ESCULIES LARRABURE
Patty -
Gracias por permitir dar mi comentario
Saludos
Patty
miguel valdez -
soy miguel de la univ. ricardo palma de las charlas que distes en la facultad de ciencias economicas no sabes de verdad cuanto nos sirvió especialmente a mi me a motivado mucho de verdad se lo agradecemos mucho saludos y gracias de nuevo
WANDA IVETTE -
Jesus Ospina -
De acuerdo plenamente con tu llamado a la solidaridad. Sólo agregaría que sabemos que Dios es amor, y que como yo soy un hijo de Dios por tanto también soy amor. Además, tod@s somos hijos de Dios y merecemos vivir como él, en amor, por tanto el Amor de Dios debe estar e ir a tod@s. Pero si hay dos hijos de Dios, uno de ellos tiene amor y felicidad y el otro sufre porque es pobre, excluido y marginado (nuestros campesin@s en la sierra, selva y pueblos jóvenes de las ciudades) el amor de Dios presente en nosotros debe dirigir su atención a ellos. Porque la fe sin obras no es nada, el amor que no se manifiesta no es amor. Y como dice la ley del dar, si doy recibo, si doy amor recibiré más amor. Si hago feliz a mi prójimo yo seré feliz. Finalmente si hago feliz al otro, hago un mundo mejor para él y también para mí, y por tanto para Dios y él claro que nos bendecirá. Como dijo Jesús, buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura.
Un abrazo
Jesús